miércoles, mayo 6

Autorretrato. Glosa 'historiadorizante' de Kalvar

Si tomamos en cuenta que el retrato es la representación que describe las cualidades físicas o morales de una persona, principalmente aquello que refiere su figura o carácter, el elemento compositivo ‘auto’ orienta el sentido de la figuración hacia uno mismo. En esta ocasión el ejercicio del autorretrato glosa, a partir de una fotografía de Richard Kalvar, sobre el texto oscuro de los historiadores.


Figura 1. Richard Kalvar, Self portrait, 2004. Magnum Photos.

Kalvar dice que “la fotografía es extraída completamente de la vida, aun así luce como la vida misma. Eso es lo que siempre me ha entusiasmado de la fotografía”. Por mi parte, comparto un sentimiento análogo por la historia, ya sea entendida ésta como narración, disciplina, cuento, chisme, mentira o pretexto en la medida en que es extraída de la vida, es decir, de la historia entendida como conjunto de los acontecimientos ocurridos a alguien a lo largo de su vida o en un período de ella. Más sencillo sería explicar que me fascina la Historia por todo aquello que puede decir sobre la historia.

En la línea de las analogías entre la historia y la fotografía, desde que la tecnología ha facilitado la inserción de la última en la dinámica social para recordar a la primera, se puede afirmar que cualquiera puede tomar una fotografía. Lo mismo sucede con la historia, cualquiera puede escribirla si su deseo le motiva a tanto. Por otro lado, para ser honestos, hay que reconocer que en un plano profesional tanto para la historia como para la fotografía, se requiere de un método y un talento que permita perseverar provechosamente, que supere lo que se puede hacer vulgarmente y coloque en un plano trascendental su trabajo.

Y mirando hacia el sujeto creador, ya sea historiador o fotógrafo, hay que hacer otro apunte necesario. El creador, al momento en que captura una fracción de la realidad la transforma y expresa desde su particular manera situarse frente al mundo, imprimiendo su perspectiva en ella, ligándose indeleblemente con el producto de su arte. Así sucede en el discurso fotográfico, así sucede en el discurso historiográfico. Otra observación pertinente es que, aunque en la fotografía y en la historia solo se pueda capturar un fragmento del todo abrumador que es la realidad, este fragmento es tratado como un todo ya sea dentro de los límites captados por la lente de la cámara, o dentro de los límites conceptuales del historiador. La herramienta disponible juega un papel fundamental.

Creo que la obra de Kalvar, en la que se autorretrata fotográficamente al sostener unas fotos suyas con una mano, sintetiza lo que se ha dicho hasta el momento. Por un lado parte de la vida, da cuenta de su propia vida (es su figura la que está contenida en la imagen); por otro, involucra en la composición una mano –supongo la suya-, en alusión al trabajo manual que como fotógrafo realiza, como creador. Por último, la carga subjetiva se manifiesta al ofrecer la imagen de su rostro, mejor dicho, una imagen doble de si mismo, ¿será que una se refiere al Kalvar humano y otra al Kalvar fotógrafo?

En relación a lo anterior, encuentro posible una analogía de la pieza de Kalvar con mi opinión sobre la profesión de historiador. He decido hacer una glosa visual de su obra introduciendo mis interrogaciones y asombros con respecto al tiempo –principalmente-, así como el cuestionamiento sobre la configuración del ser humano y del ser historiador, en un desdoblamiento que llega a ser solamente nominal. Desprenderse de la condición como uno u otro resulta imposible al existir un trasvase constante en los juicios y en las acciones. Declaro que soy un historiador en ciernes, pero yo no soy sólo un historiador.
He aquí el resultado:



Figura 2. Hugo Domínguez Razo, Glosa historiadorizante de Kalvar, 2009. Archivo personal del autor.

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