jueves, agosto 26

Ajedrez

Después de cada viernes, o muchos de ellos, creo que siempre me ha faltado dejarme ganar en el ajedrez.



No sé, pero siento una grave falta de respeto que por afición, emotividad o coqueteo, uno deje ganar al rival por el mero hecho de querer algo más que una partida de ajedrez.



Tal vez ese juego demuestre más que la simple correlación de piezas dentro de un sistema esquematizado y rígido, tal vez ese juego sea una radiografía de la personalidad, tal vez ese juego sea más que solo ajedrez.


Toda la noche


A veces siento que sí,


que me gustaría una mujer de esas


de las que se quedan toda la noche.

miércoles, agosto 11

Miradas contemporáneas

El día de hoy he visto muchos ojos,
he intercambiado algunas miradas.
Sé que algunos de esos ojos te han visto
y a unos les has mirado también,
y de una extraña manera
nuestras miradas, la tuya y la mía,
se han cruzado.
¡Sobre nosotros pesa la maldición de ser
c-o-n-t-e-m-p-o-r-á-n-e-o-s!


tiempo al tiempo

Conversando con un amigo le comentaba acerca del placer que me causa la imagen de la eternidad contenida en un segundo. Pensando en esa idea, me detengo y la contemplo, no es el segundo el que me interesa. Tampoco es el sentido de perpetuidad contenida. Es la sensación de la eternidad reflejada en un instánte, condensada su infinitud por un momento, siendo de la única forma que puede ser, que es manifestándose en plenitud todo el tiempo.

El fondo del asunto, evidentemete, no es la contemplación de los tiempos por los tiempos mismos. No. El meollo radica en la posibilidad, concreta y consciente de poder prometer amor eterno, jurarlo y entregarlo de una vez y para siempre.

Si la eternidad se manifiesta constántemente, todo el tiempo, y cada instánte es expresión de su plenitud, si tan sólo ello es posible, entonces...
... entonces el amor eterno no es una locura sino una forma de vida, una manera de existir.