sábado, octubre 31

Sobre la historia y algunas de sus implicaciones




Presente siempre en fuga



Elaborar una definición es una tarea laboriosa la mayoría de las veces, ya que requiere de un esfuerzo intelectual que busca las atribuciones de la cosa a definir por medio de descartar lo que no le corresponde, así como de afirmar lo que le pertenece. El caso de la historia no representa la excepción a la regla, antes bien tenemos que partir de la cuestión que versa sobre la anfibología de la palabra historia, aquella que por un lado trata sobre el continuo paso del tiempo, y que por el otro trata sobre la reflexión de las acciones humanas a través del tiempo. Es en este punto en donde surge la ambigüedad, entre la abstracción que se hace del continuo del tiempo y el referente humano que se tiene para pensarlo, es la primera frontera que hay que salvar para escapar a la viciosa diferencia entre historia e Historia, proponiendo para esta redacción a la historia como el continuo paso del tiempo y la existencia humana paralela a él, y en lugar de Historia proponemos el uso de historiografía (a la manera de Gaos), o mejor aún el término de reflexión histórica.

Ahora bien, sobre el concepto de reflexión histórica, es pertinente señalar que hay múltiples formas de efectuar tal tipo de reflexión, tanto como lo demuestra la existencia de diversas corrientes historiográficas, es decir las distintas maneras de conceptualizar el análisis de la realidad histórica. Por el momento, y de manera muy personal, no podría adscribirme a ninguna corriente en particular. Lo que sí me queda claro es que para la construcción historiográfica resulta necesario el ejercicio riguroso de la descripción, la interpretación, la explicación y la comprensión del hecho histórico sobre el que se trate, es decir que resulta necesario tener una postura teórica que sistematice dichos pasos, y que dote de coherencia a los mismos para lograr una visión sintética de los hechos estudiados.


A partir de lo anterior queda de manifiesto la dimensión teórica que conforma a la reflexión histórica, que en cierta medida es la que la inscribe dentro del campo de la actividad científica, tanto por la metodología como por las capacidades explicativas que se desprenden de la teorización. Pero, hay otra dimensión o arista de la reflexión histórica que es preciso abordar con la finalidad de comprender mejor su importancia y validez. Esta otra dimensión a la cual se hace referencia es la de la filosofía de la historia, que a grandes rasgos es el cuestionarse de manera crítica, minuciosa y profunda sobre la relación del ser humano con el tiempo y de su devenir a través de éste.


Un punto que se desprende de la reflexión filosófica mencionada, es el de la transmisión del conocimiento histórico, de su enseñanza y de su aprendizaje. Aquí, simplemente como propuesta, consideraremos como supuesto fundamental el hecho de que el conocimiento histórico guarda en sí la posibilidad de obtener una comprensión de la realidad humana, tal vez no absoluta, pero por lo menos sí una contextual, y ello de acuerdo a ciertos requerimientos de las necesidades contemporáneas. El supuesto que aquí se propone no busca la obtención de un pronóstico definitivo de lo humano en el futuro, ni la obtención de un conocimiento perfecto sobre el pasado, ya que esta propuesta se hace desde la perspectiva que considera que lo humano no puede agotarse en una sola enunciación –tajante- sobre lo que ha sido, de lo que es o de lo que será.


Esta propuesta que se hace de la enseñanza de la historia, del proceso de enseñanza-aprendizaje de las cosas humanas acontecidas en el tiempo, considera que dicho proceso se orienta hacia la obtención de una conciencia personal, la cual posibilita una toma de decisiones en el presente, en lo inmediato, decisiones que estarán guiadas bajo una reflexión comprensiva, conciliadora, y de alguna manera propositiva para la realidad en que se encuentra la persona que disfruta de ella. En otras palabras, la reflexión histórica dota de una conciencia comprensiva de la realidad a quien la ejerce, ya sea desde la postura de quien la enseña o de quien la aprehende, ejercicio que se produce mediante la abstracción y asimilación de lo humano presente en cada una de las acciones que se analizan o que se refieren de la historia. Dicho ejercicio, para lograrse en su forma más correcta y completa, tiene que efectuarse con claridad en la exposición de los resultados producto de la reflexión, así como de una apertura mental que propicie el intercambio, evaluación y asimilación de ideas, características propias de un pensamiento crítico y conciente.


Todo lo anterior parte del supuesto de que de la reflexión histórica, llevada a cabo por el ejercicio de la historiografía, puede obtenerse una aproximación hacia la identidad de las cosas a través del tiempo y de su impacto y/o influencia en la actualidad, en la contemporaneidad, es decir que se puede obtener una mayor comprensión del estado de las cosas y de sus respectivos por qués; ya que el supuesto implícito en la argumentación de este ensayo ha sido –y es- que al obtener información sobre la identidad de las cosas y lograr una comprensión de las mismas por medio de su abstracción, en algún grado o medida repercute benéficamente en las disposiciones que se tienen para la vida práctica, no en el sentido de mejorarlas en automático, sino simplemente en el hecho de aceptarlas y hacerlas propias de manera conciente, y con ello identificando lo que es posible de lo que no, de lo que es pertinente y de lo que no.


En otras palabras y de manera muy personal, el beneficio y justificación de la reflexión histórica, de su enseñanza y de su aprendizaje, se orienta en el sentido de la consecución de una conciencia acorde a la obtención de una vida placentera, ya sea por el regocijo que causa el entrar en contacto con lo humano afín a uno, ya sea por el no frustrarse dado que se conoce la pertinencia de las acciones a efectuar, ya sea por el asombro que provoca la conciencia de la existencia... y la posibilidad de preservarla hacia mejor.


Nota: Y los historiadores no poseen el monopolio de la reflexión histórica, ésta es un patrimonio de la humanidad.