Conversando con un amigo le comentaba acerca del placer que me causa la imagen de la eternidad contenida en un segundo. Pensando en esa idea, me detengo y la contemplo, no es el segundo el que me interesa. Tampoco es el sentido de perpetuidad contenida. Es la sensación de la eternidad reflejada en un instánte, condensada su infinitud por un momento, siendo de la única forma que puede ser, que es manifestándose en plenitud todo el tiempo.
El fondo del asunto, evidentemete, no es la contemplación de los tiempos por los tiempos mismos. No. El meollo radica en la posibilidad, concreta y consciente de poder prometer amor eterno, jurarlo y entregarlo de una vez y para siempre.
Si la eternidad se manifiesta constántemente, todo el tiempo, y cada instánte es expresión de su plenitud, si tan sólo ello es posible, entonces...
... entonces el amor eterno no es una locura sino una forma de vida, una manera de existir.
Ahora creo que el meollo no radica en "prometer amor eterno, jurarlo y entregarlo de una vez y para siempre", sino en vivir la lucidez del amor de una vez y para siempre en la perpetuidad de un instánte...
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