Después de cada viernes, o muchos de ellos, creo que siempre me ha faltado dejarme ganar en el ajedrez.
No sé, pero siento una grave falta de respeto que por afición, emotividad o coqueteo, uno deje ganar al rival por el mero hecho de querer algo más que una partida de ajedrez.
Tal vez ese juego demuestre más que la simple correlación de piezas dentro de un sistema esquematizado y rígido, tal vez ese juego sea una radiografía de la personalidad, tal vez ese juego sea más que solo ajedrez.
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