NO es una falta gravísima hacer que dos personas de sexos
diferentes se acuesten en la misma habitación; y si la oportunidad obliga a
ello, es preciso que las camas separadas se junten y que el pudor se pierda con
esta mezcla.
Ni una gran riqueza, o pobreza, puede despreciar esta
costumbre.
Cuando nos veamos obligados a acostarnos con otra persona
del mismo sexo, cosa que puede suceder ocasionalmente, es preciso comportarse
naturalmente, sin modestia ni severidad vigilante...
En cualquier caso, tras haber descansado suficientemente,
una vez nos hayamos despertado, es preciso no salir de la cama y
convenientemente quedarnos en ella a charlar o entretenernos en otros asuntos...
pues nada muestra de modo más claro nuestra pereza y nuestra ligereza. La cama
sirve para el reposo y regocijo del cuerpo, y otras cosas más.
martes, abril 13
Antireglas del decoro para una civilización no cretina
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